La propuesta del presidente Alan García, en su reciente mensaje a la Nación referido a la renovación del Congreso de la República, sin duda que es atinada y necesaria para mejorar la alicaída imagen de tan importante Poder del Estado, lo que por cierto incidirá en una mejor relación con la población y porque no decirlo con los electores que depositaron su confianza en los congresistas elegidos.
Uno de los mayores errores como república es el énfasis presidencialista, dispuesto por la mayoría de nuestras cartas constitucionales en el manejo del Estado. Los contrapesos políticos son necesarios para la estabilidad y gobernabilidad del país, y mucho mas la capacidad de diálogo y concertación, que muy bien el Congreso puede concebir. Experiencias parlamentarias del pasado nos ilustran de las consecuencias de la ácida relación del Legislativo con el Ejecutivo y lo frágil de nuestra endeble democracia. La renovación del Congreso puede influir en tan cívico propósito, en la medida que sea expresión de nuestra pluralidad democrática, como de un genuino perfil de quienes la conforman, los aspectos que atañen al concepto de representación deben también ser definidos, procurando que la inclusión social sea el signo distintivo del nuevo foro legislativo, cuya representación política debe reflejar nuestra variopinta realidad cultural y multilingüe.
La iniciativa presidencial debe merecer un amplio debate mas allá de los linderos congresales, considero que el mandato legislativo convendría una duración de tres años y que la renovación del Congreso debería realizarse por tercios, esto permitiría que los temas de agenda del Pleno continúen con normalidad y no se alteren las prioridades y urgencias legislativas del país. Hay que dar paso al concepto corporativo de la iniciativa legislativa, que debe ser fruto de la institución o segmento social que se representa, más no de la audacia y afán individualista que busca ganar protagonismo y posicionamiento electoral.
La elección de los congresistas de la república, no debe correr a la par con la elección presidencial, pues muchos son elegidos por auparse a la candidatura presidencial - por efecto de la cifra repartidora, mas que del voto preferencial - Es insólito que tengamos congresistas que por azar de una victoria electoral ocupen una curul parlamentaria, sin haber pasado por el tamiz de una campaña propia, sin padrinazgo de una candidatura presidencial. No esta demás decir que son los mas beneficiados con la ley electoral vigente, que permite que sean elegidos en primera vuelta, lo que trae consigo la eventualidad de dejar sin mayoría en el Congreso, al partido elegido como gobierno.
Un debate nacional, sobre esta reforma constitucional es lo más provechoso, porque es precisamente del seno del Congreso de la república, donde se han engendrado muchos de nuestros males de nuestra historia republicana; el proceso de descentralización y su larga espera son un claro ejemplo, amén de otros errores históricos más. Revertir estos errores es también una necesidad para construir un país mejor, de cara a un futuro con mayor prosperidad y solidez democrática.
Ferreñafe, agosto 2009
Uno de los mayores errores como república es el énfasis presidencialista, dispuesto por la mayoría de nuestras cartas constitucionales en el manejo del Estado. Los contrapesos políticos son necesarios para la estabilidad y gobernabilidad del país, y mucho mas la capacidad de diálogo y concertación, que muy bien el Congreso puede concebir. Experiencias parlamentarias del pasado nos ilustran de las consecuencias de la ácida relación del Legislativo con el Ejecutivo y lo frágil de nuestra endeble democracia. La renovación del Congreso puede influir en tan cívico propósito, en la medida que sea expresión de nuestra pluralidad democrática, como de un genuino perfil de quienes la conforman, los aspectos que atañen al concepto de representación deben también ser definidos, procurando que la inclusión social sea el signo distintivo del nuevo foro legislativo, cuya representación política debe reflejar nuestra variopinta realidad cultural y multilingüe.
La iniciativa presidencial debe merecer un amplio debate mas allá de los linderos congresales, considero que el mandato legislativo convendría una duración de tres años y que la renovación del Congreso debería realizarse por tercios, esto permitiría que los temas de agenda del Pleno continúen con normalidad y no se alteren las prioridades y urgencias legislativas del país. Hay que dar paso al concepto corporativo de la iniciativa legislativa, que debe ser fruto de la institución o segmento social que se representa, más no de la audacia y afán individualista que busca ganar protagonismo y posicionamiento electoral.
La elección de los congresistas de la república, no debe correr a la par con la elección presidencial, pues muchos son elegidos por auparse a la candidatura presidencial - por efecto de la cifra repartidora, mas que del voto preferencial - Es insólito que tengamos congresistas que por azar de una victoria electoral ocupen una curul parlamentaria, sin haber pasado por el tamiz de una campaña propia, sin padrinazgo de una candidatura presidencial. No esta demás decir que son los mas beneficiados con la ley electoral vigente, que permite que sean elegidos en primera vuelta, lo que trae consigo la eventualidad de dejar sin mayoría en el Congreso, al partido elegido como gobierno.
Un debate nacional, sobre esta reforma constitucional es lo más provechoso, porque es precisamente del seno del Congreso de la república, donde se han engendrado muchos de nuestros males de nuestra historia republicana; el proceso de descentralización y su larga espera son un claro ejemplo, amén de otros errores históricos más. Revertir estos errores es también una necesidad para construir un país mejor, de cara a un futuro con mayor prosperidad y solidez democrática.
Ferreñafe, agosto 2009